domingo, 4 de julio de 2010

La fiesta patronal de la Santísima Cruz de los Motilones. Homenaje a la constelación de la Cruz del Sur (Lamas-San Martín).

Los cabezones de Lamas

Cruces y motilones. Desde Lamas se divisan los hermosos valles de los ríos Mayo y Huallaga. Por estos días, celebra la fiesta patronal en homenaje a la Santísima Cruz de los Motilones.

Por: Antonio Muñoz Monge

Lamas, la ciudad quechua de la selva norte —llamada Ciudad de los Tres Pisos, por estar construida en ese número de niveles—, es escenario de una alegre fiesta religiosa, propia del mestizaje. Empieza con el albazo: comparsas —previamente reunidas en la Plaza de Armas— que bailan al ritmo del bombo y la quena, recorriendo las calles desde la medianoche hasta bien entrada la madrugada. Es la fiesta patronal de la Santísima Cruz de los Motilones, en homenaje a la constelación de la Cruz del Sur, guía celestial, y a la cruz cristiana. En la cercana Tarapoto, la alegría se prolongará algunos días más, con el pífano, el tamboril, los bailes de la pandillada y el chimaychi.

En Lamas, capital folclórica del departamento de San Martín, esta fecha convoca a diferentes danzas llenas de picardía, y relacionadas con la naturaleza, el trabajo en la chacra, la cacería en el bosque, y el preparado del masato. Son días y noches de algarabía y diversión.

Cabezas rapadas

Motilones es el nombre de una congregación religiosa española, vinculada a la fundación de Lamas. Sus miembros llevaban la cabeza rapada como lo hacen hoy los naturales del lugar: los lamistas.

Lamas toma su nombre por las abundantes lomas de esta zona de la selva norte, ubicada en la margen izquierda del río Mayo que se une con el Huallaga, entre el puente de Colombia y Shapaja, otrora puerto fluvial.

Selva quechua

Algunos sostienen que los lamistas descienden de chancas que huyeron a la Amazonía tras ser derrotados por Pachacútec y que fue el curaca chanca Ancohuayllu quien se asentó allí. Otra versión los ubica como un grupo amazónico formado en las llamadas reducciones coloniales promovidas por los jesuitas y los franciscanos. Este grupo étnico es quechuahablante, vive en el barrio de Huaycu —con sus casas desperdigadas en las falderías de una quebrada y una extensa pampa—. Cuenta con tradiciones singulares como sus matrimonios nativos, cuyas ceremonias duran tres días y cuentan con la participación de toda la comunidad, en afán solidario y con celo guardián de las costumbres (hay castigos físicos cuando la tradición se olvida).

Fiesta y culinaria

Los seguidores de la fiesta de la cruz son los “cabezones” o devotos. El 15 de julio es el piqueo: almuerzo de camaradería preparado por los pasantes (celebrantes), cuyo plato combina chancho asado, una presa de gallina asada y una de carnero, con ají y yuca. Los “cabezones” reciben en sus casas a los visitantes que se deleitan con el potaje: más de 15 mil llegan de distintas partes del Perú. Tras el piqueo, los invitados deben bailar y recorrer las calles al son de la música, dándose una gran reunión de bailarines de todas las “cabezonías”. El día central, 16 de julio, desde muy temprano, resuenan las bandas de los músicos que acompañan a los “cabezones” a la misa de la Iglesia Matriz. Luego, la imagen de la Santa Cruz sale en procesión por la ciudad.

Fuente: Diario El Comercio.
Domingo 4 de Julio del 2010.

El milenario pueblo Yanesha. Investigación del antropólogo Richard Chase Smith y el dirigente amazónico Espíritu Bautista.

Yaneshas amazónicos

Habitaron los pueblos de Lima y Junín, según una larga investigación antropológica recientemente terminada.

El estudioso Chase Smith asegura que las narraciones épicas de los Yaneshas se encuentran al mismo nivel que las chinas e indias.

Por: Denis Merino

Los viajes, las estadías, el intercambio comercial y cultural entre el milenario pueblo Yanesha y las culturas que habitaban los valles del Mantaro y los costeños de Lima, fueron comprobados después de 35 años de investigaciones por el antropólogo Richard Chase Smith y el dirigente amazónico Espíritu Bautista.

Es así como nuevos estudios revelan la grandiosidad de etnias como los Yaneshas de los que poco o nada sabemos la mayoría de peruanos y que sin embargo guardan historias, costumbres y tradiciones que bien podrían servirnos para fortalecer nuestra identidad y lograr una mejor convivencia y sobre todo respeto hacia la diversidad cultural.

Los Yanesha constituyen uno de los 56 pueblos indígenas que habitan la Amazonía peruana.

Según el testimonio de Chase Smith, directivo del Instituto del Bien Común (IBC), entre los años 1970 y 2005 ancianos de la comunidad Yanesha, mayormente de la selva central y muchos de ellos hoy fallecidos, compartieron con ellos un riquísimo tesoro de relatos, canciones y ritos que les habían sido transmitidos por sus antepasados.

“Es así como, con la ayuda de Espíritu Bautista, experto Yanesha en la cultura y tradiciones de su pueblo, pudimos recomponer las gestas de una constelación de ancestros y héroes poderosos que pacificaron el mundo, lo modelaron y dotaron de riquezas naturales”, explica el antropólogo. Las investigaciones de los estudiosos comprueban una vez más la estrecha ligazón de los pueblos amazónicos con su paisaje. Para ellos, montañas, acantilados, peñas, lagos, ríos y plantas son obra y morada de ancestros poderosos, especie de dioses, que los ayudan a mantener viva la memoria colectiva.

Estas historias ilustradas con los dibujos del artista amazónico Anselmo Cruz se pueden apreciar en la exposición “Paisajes ancestrales” que se exhibe en el museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú de Pueblo Libre.

Llegaron al Ande y al Pacífico

La historia peruana sigue mostrando sorpresas y por lo tanto se sigue reescribiendo. Una de ellas dice que el espacio histórico cultural de los Yaneshas se extendió desde la llanura amazónica hasta el océano Pacífico, trascendiendo grandemente los límites de sus comunidades actuales.

Pero Chase no sólo se basó en los relatos de los abuelos Yaneshas sino que fue más allá y se dedicó durante buen tiempo a investigar en libros y escritos de los siglos XVI, XVII y XVIII, encontrando valiosa información tanto de las misiones mercedarias como de las franciscanas y dominicas, que coincidieron con los relatos de los amazónicos.

“Los antepasados Yaneshas fueron pasando información detallada a hijos y nietos mientras andaban por caminos antiguos, subían y bajaban por los flancos orientales, algunos se quedaban en pueblos del Mantaro como Tarma y Yauli y otros seguían a la costa, a los valles del Rímac, Lurín y Chillón”.

Los Yaneshas, como la mayoría de comunidades nativas, tienen un respeto especial por sus abuelos y aunque estén fallecidos para ellos están vivos pero ocultos. Como parte de su cosmovisión tienen como dioses al Sol y a la Luna.

Adoran al Sol y la Luna

“Al Sol lo llamamos Atsne y a la Luna Ahrrorr. El abuelo Yos, es el creador del Yanesha y el Universo. El tiene dos moradas, una en la isla San Pedro (frente a Pachacamac) y otra bajo el río Pachitea, dentro del cerro Serrapen o El Sira. Los antepasados están en la Tierra y en el Cielo. Se transformaron en el Cerro donde están escondidos y en el cielo de donde están alumbrando y bendiciendo a los Yanesha. Están además dos hermanos que tienen por misión conservar el agua en los nevados y lagos andinos para luego esparcirla por el mundo”, explica Espíritu Bautista.

Continua el dirigente: “la historia de nuestro padre Yompuer, mitad persona y mitad piedra, es muy conocida entre los Yanesha. Su templo está dentro de un cerro sobre la ciudad de Tarma, a mas de 3000 metros de altura en las cabeceras del río que lleva su nombre”.

“Los Yanesha tuvieron sus primeros contactos con los españoles a mediados del siglo XVI. En esta época misioneros franciscanos instalaron varios centros misionales en la zona e intentaron mantener a los indígenas en asentamientos nucleados conocidos como reducciones. En 1742 se inició en la selva central una rebelión liderada por Juan Santos Atahualpa, mestizo que asumió la identidad de mesías liberador del yugo español. En esta rebelión participaron los Yanesha junto a otros pueblos indígenas que habitaban la selva central. A raíz de esta rebelión, no se dieron nuevos intentos de colonizar la selva central, hasta un siglo más tarde”, expresa la estudiosa Margarita Benavides.

Chase Smith señala que además hay coincidencias importantes entre lo que cuentan los Yaneshas y los relatos escuchados en Huarochirí. Asegura que en sus narraciones se refieren además al Inca y a sus intercambios con los Yuncas o Yoncamesha, antiguos habitantes de la actual capital del Perú.

Fuente: Diario La Primera (Perú). 03 de Julio del 2010.